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El momento icónico de la gimnasia olímpica no fue absolutamente perfecto. Juzgue usted.

 

Otra vez.

 

Pero la precisión técnica ameritaba el 10 y la rutina anterior había recibido 9.95. No había otro puntaje posible. O sí: 1.00, como marcaron los tableros electrónicos de Montreal. No estaban preparados para el cuarto dígito.

Más allá de la perfección

Comaneci sumó siete puntuaciones perfectas, como para no dejar dudas. En los años 80, a la par con un alza en la dificultad, los 10 se hicieron más frecuentes, algunos 'imperfectos' como el primero.

 

En la segunda mitad de esa década llegó la mayor amenaza a la hegemonía soviética, otra vez desde Rumania, y aún con mejores argumentos que Nadia. Llegaron dos Nadias.

 

En 1987, Daniela Silivas y Aurelia Dobre lideraron a Rumania al primer oro mundial por equipos, y Dobre, con una atención al detalle sin par, se convirtió en la primera campeona mundial de su país.

 

Como en 1976, la URSS ya preparaba el contraataque. El resultado fue la competencia olímpica más extraordinaria de todas.

Pareja es un decir, porque, en el clímax de la rivalidad entre la Unión Soviética y Rumania, todos los demás eran extras.

 

Los soviéticos mandaron a Seúl una alineación imbatible que hizo su trabajo en la competencia por equipos. El all-around fue el duelo de las gimnastas más especiales de cada equipo: Elena Shushunova y Daniela Silivas (Dobre llegó lesionada). 

 

En una competencia en que cada rutina contaba para el puntaje final, Silivas igualó los siete diez perfectos de Nadia (cuatro en barras, uno en viga, dos en suelo), contra seis de Shushunova (tres en potro, uno en barras, dos en suelo).

 

En el potro, último aparato, Shushunova ganó el all-around con un salto de 10 puntos, que le dio una diferencia de 0.025 que todavía divide a los hinchas. Daniela podría ser la mejor gimnasta que alguna vez pisó la arena. Esa noche —y quizá solo esa noche— Elena fue más.

Después del 10...

... Hay un 11 pobre, un 12 mediocre, un 13 regular, un 14 tirando para bueno, un 15 muy bueno y un 16 extraordinario. Así es, más o menos, como funciona la calificación desde el 2006, cuando se abandonó el 10 perfecto. Dificultad infinita (D) + ejecución sobre 10 (E).

 

Muchos atribuyen la pérdida del arte a la desaparición del 10. Otros a la desaparición de los 'compulsories', ejercicios 'básicos' que enfatizaban la forma y la técnica, vistos por última vez en 1996. Sin ellos, la gimnasia se ha convertido en otro deporte. Pero siempre tendremos YouTube, y el recuerdo de las últimas puntuaciones perfectas anotadas en competencia olímpica:

POTRO: Elena Shushunova (URSS), 1988

VIGA: Daniela Silivas (Rumania), 1988

BARRAS: Lu Li (China), 1992

SUELO: Lavinia Milosovici (Rumania), 1992

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